¡Pues claro! ¡Faltaría más! Si a un niño de tres años que se pilla un berrinche le das lo que pide con tal de no montar una escenita en el supermercado, consigues que se tranquilice.
Pero que no se queje no significa que hayas resuelto el problema, sino que estás creando uno mayor para los que tendrán que tratar con ese niño en un futuro.
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